Publicado en: Martin Bris, M. (coord.). Internacionalización de la educación
superior en Iberoamérica: miradas y perspectivas. Alcalá de Henares: U. de
Alcalá, 2016, p. 19-20.
Cuando se revisan
los innumerables escritos de diagnóstico y propuesta sobre la educación
superior (ES) de los últimos años en América Lima (AL), no es difícil advertir
que la inmensa mayoría de ellos son elaborados desde una perspectiva
funcionalista. Se busca saber si la oferta de ES es o no funcional al sistema
vigente, y se propone lo que debe hacerse para que lo sea eficiente y eficazmente. Se supone que el
sistema vigente viene definido principalmente por la matriz productiva
imperante en un mundo globalizado o globalizable, y se proponen como modelos a
seguir aquellos países en los que la
ES está consiguiendo mayor grado de funcionalidad a esa
matriz. Las recetas que salen de los laboratorios de los estudiosos –diversas,
si se quiere, pero teniendo todas ellas un aire de familia- son recomendadas
por los organismos internacionales y, en los ámbitos nacionales, convertidas en
normas y aplicadas por las instituciones que se encargan de cuidar la calidad y
pertinencia de este sector de la educación. El hecho de que abunden hoy tanto
los estudios como la experimentación y la vigilancia de la ES es una muestra de que se
trata de un asunto mayor que nos preocupa a todos y que merece no solo ser bien
conocido sino profundamente pensado.
Para pensar la ES y no solo describirla es preciso
tener en cuenta que ella (tanto la profesional como la universitaria, nacidas
ambas en el seno de corporaciones medievales con fueros propios) participa en
la construcción y despliegue de la modernidad no solo como dimensión instituida
sino como dimensión instituyente de lo social.
Como dimensión instituida, la ES es vista como una más de la gama de
instituciones que caracteriza a la sociedad, atribuyéndosele las funciones
específicas que conocemos y que responden a las necesidades y expectativas que
los individuos y la sociedad buscan satisfacer a través de la ES. Corresponde al Estado y a
los órganos de vigilancia del sistema hacer que esas funciones miren al bien
común y no solo a los intereses privados. En cualquier caso, se considera que
primero está la sociedad y que es ella la que constituye y atribuye funciones a
ES. Se trata de conseguir que la ES sea una pieza importante del
sistema, y esto no es poco ni fácil y es, además, deseable.
Como dimensión instituyente de lo social, la ES introduce –especialmente en momentos de reformas significativas- variables
nuevas en el perfil de las instituciones educativas. Ahora, por ejemplo, podría
introducirse la interculturalidad, lo que haría que la ES contribuyese a instituir una
sociedad intercultural, tomándose en serio que habita un territorio como el de
AL, poblado por diversas culturas. Algo parecido puede decirse de los retos
heredados del pasado (equidad, justicia, etc.) y de los que nos vienen de la actualidad
(biodiversidad, sostenibilidad planetaria, generalización de la ES , diversidad de agentes y
modalidades educativas, agenciamiento de la sociedad del conocimiento, uso
intensivo de TIC, etc.), aspectos todos ellos que, incorporados como dimensiones fundantes –y no accesorias- del
perfil institucional, contribuirían a la construcción de una sociedad bastante
diversa de la que tenemos.
Se puede y se debe
conseguir que estas dos dimensiones de la
ES mantengan entre sí una relación de complementariedad agónica: que se miren mutuamente como adversaria con la que hay que convivir, pero
retándose permanentemente, sin tratar de
eliminarse. La riqueza de esta complementariedad está precisamente en la
convivencia conflictiva (agónica pero no antagónica) de las dos dimensiones,
para hacer que el servir (el funcionalismo) no degenere en servilismo ni el
instituir en utopismo. Este es, a mi juicio, el reto fuente, el reto medular,
de la ES hoy. Tomar
conciencia de que esas dos dimensiones se dan y son irrenunciables es fundamental
tanto para identificar la misión, el perfil y las estrategias de las
instituciones como para diseñar y establecer políticas de ES acordes con las
variadas dinámicas sociales de la actualidad y del futuro previsible.