Publicado en La República, 17/12/2015, sección editorial.
Carta desde Madrid
Estimado Mirko:
La partida de defunción del bipartidismo se expedirá oficialmente el domingo 20, cuando se produzcan las elecciones a Cortes Generales en España. Pero la muerte ocurrió hace un par de días, en el espectacular debate entre dos de los candidatos a la presidencia del gobierno: Mariano Rajoy, del Partido Popular, PP –actualmente en el poder–, y Pedro Sánchez, líder del Partido Socialista Obrero Español, PSOE.
Como es sabido, desde la instalación de la democracia en España, hace más de tres décadas, se han turnado en el gobierno dos partidos, el PP y el PSOE, modernamente conservador el primero y conservadoramente moderno el segundo. El resultado de la alternancia es una España que se pasea, orgullosa, por los corredores de la modernidad, tratando de ocultar, avergonzada, sus no pocas trazas primitivas. Por otro lado, la alternancia convivió con regionalismos y propuestas políticas de alcance menor, pero en los últimos tiempos no ha sabido gestionar con cordura el independentismo catalán ni renovar su oferta política para contrarrestar el atractivo de alternativas nuevas como la de la juventud mesocrática (Ciudadanos, de Albert Rivera) y la de la calle indignada y luego empoderada y organizada partidariamente (Podemos, de Pablo Iglesias).
Anteayer, 14 de diciembre, en el debate mencionado, acabó el bipartidismo a dentelladas, entre insultos y mordiscos, con una espectacularidad que no hizo sino poner de manifiesto que los dos partidos “tradicionales” habían abandonado ya hace tiempo el ámbito de “lo político” (la conformación de la sociedad y sus problemas) para situarse exclusivamente en el dominio de “la política” (la puesta en escena de la gobernación y sus intrigas). Mientras un candidato, el del PSOE, ponía en el tapete los desaciertos y actos de corrupción del actual gobierno, el otro, el del PP, traía a la memoria los errores y fechorías de los gobiernos del PSOE, enzarzándose ambos en una riña –no debate– en la que se recurría con demasiada frecuencia, como arma arrojadiza, al ya tradicional “y tú más” que abunda en la lucha política española. A juzgar por el “espectáculo” de ayer, parece que lo que importa a los partidos tradicionales no son los problemas medulares de la sociedad española, sino el desempeño de los oradores y su capacidad para arrinconar y magullar al adversario.
Frente a esta situación, y precisamente como consecuencia de ella, han accedido al ámbito político con inusitada celeridad dos movimientos jóvenes y de jóvenes, Ciudadanos y Podemos, que han acabado con el bipartidismo. ¿Qué vendrá después, cuando no sean dos sino, al menos, cuatro los grupos con peso significativo en el ámbito político? No lo sabemos, pero lo que sí podemos constatar es que la caída del bipartidismo está contribuyendo a que renazca la esperanza en la política en la medida en la que esta se reengancha con la problemática social.
Te saluda,
José Ignacio López Soria
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