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Lima, Peru
Filósofo e historiador. Nace en España en 1937 y llega al Perú como jesuita en 1957. Formación: humanidades clásicas y literatura, filosofía e historia. Especialización sucesiva: narrativa latinoamericana, filosofía moderna, filosofía de la existencia, historia de la emancipación peruana, pensamiento lukacsiano, historia de la ingeniería peruana y filosofía de la interculturalidad Profesor de la UNI (y rector 1984-89) y otras instituciones académicas en Perú, Budapest, Brasil y Túnez. Autor de 26 libros, 70 colaboraciones en obras colectivas y 150 artículos en revistas. Actualmente dirige el Centro de Historia UNI y es profesor de postgrado en la Universidad Nacional de Ingeniería. Participa activamente en el debate intelectual peruano desde la sociología de la literatura, el marxismo lukacsiano, las perspectivas postmodernas y la filosofía de la interculturalidad. En su libro "Adiós a Mariátegui. Pensar el Perú en perspectiva postmoderna" propone, como horizonte utópico de la actualidad, la convivencia digna, enriquecedora y gozosa de las diversidades que enriquecen a la sociedad peruana. Contacto: jilopezsoria@gmail.com

23 oct 2014

Recordando a David Sobrevilla

José Ignacio López Soria

Congreso Internacional “Vallejo siempre”, organizado por: Academia Peruana de la Lengua, la Asamblea Nacional de Rectores, la Universidad Nacional de Trujillo, la Universidad Ricardo Palma, el Instituto de Investigaciones Humanísticas de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y el Instituto Riva-Agüero de la Pontificia Universidad Católica del Perú; Lima 20-22/ 10/ 2014, Trujillo 22-23/10/2014. 


Sobrevilla y Vallejo


Tal vez algunos se pregunten por qué hacer un homenaje al filósofo David Sobrevilla en un congreso de literatura dedicado a César Vallejo. Quizás pocos conozcan que Sobrevilla, después de estudiar filosofía y derecho en el Perú, se graduó en Alemania de doctor en filosofía con una tesis centrada en el origen del concepto, la crítica y la filosofía de la cultura, es decir, desde el inicio incluyó el mundo de la cultura y sus diversas formas de expresión dentro del ámbito de su trabajo académico. De ello dan muestran sus libros y artículos sobre estética y sus muchos escritos sobre literatura y cultura. Entre los autores tratados mencionamos como ejemplos, en narrativa, Ricardo Palma, García Márquez, Vargas Llosa y Rivera Martínez; en poesía González Prada, Vallejo, Jorge Guillén, Blanca Varela, Jorge E. Eielson, Carlos G. Belli, Luis León Herrera, Rainer M. Rilke y Johann Wolfgang Goethe; en crítica literaria, Antonio Cornejo Polar, Alejandro Losada y Enrique Ballón; en cine, Jean-Luc Godard; y en pintura, Fernando de Szyszlo, Gerardo Chávez y Tilsa Tsuchiya. Como se ve, gracias a sus estudios de estética y a su incansable dedicación al trabajo, Sobrevilla pudo transitar por territorios diversos del amplio mundo de la cultura. Desde 1975, cuando aparece el artículo “La investigación peruana sobre la poesía de Vallejo” en la Revista de Crítica Literaria Latinoamericana y se desarrolla la polémica con Enrique Ballón, el estudio de Vallejo fue para Sobrevilla una actividad constante. Sobre el insigne poeta peruano Sobrevilla escribió dos libros, César Vallejo, poeta nacional y universal y otros trabajos vallejianos (1994) e Introducción bibliográfica a César Vallejo (1995), además de nueve artículos en los que da a conocer nuevos datos de la biografía y la producción de Vallejo, propone interpretaciones de su obra y debate con otros expertos. En total, por ponerlo en términos cuantitativos, Sobrevilla ha escrito, entre libros y artículos, 739 páginas sobre Vallejo. Basten estos datos para justificar la organización de una sesión en homenaje a David Sobrevilla en un congreso dedicado a César Vallejo.


Recordar y reconocer


Recordar a David Sobrevilla es una manera de rendirle “homenaje”, un término que, si nos atenemos a su etimología, remite a la manifestación de respeto y fidelidad de una persona a otra. Según los expertos, el término homenaje viene del provenzal u occitano omenatge, que alude al acto de sumisión de un vasallo a su señor, a cambio del cual el señor reconocía al vasallo las propiedades y mercedes que los anteriores reyes o señores le hubieran otorgado. Esta referencia al vasallaje no estaba aún presente en los términos hommagium y hominaticum del bajo latín, de donde procede omenatge. En hommagium –homo maior- (consideración de alguien como superior) y hominaticum (adquisición de la condición de hombre) predomina el reconocimiento mutuo como medio para la constitución de la hominidad de alguien y de su función en la estructura social. Diríase, entonces, que homenajear consistía en una acción comunicativa que, a través del reconocimiento, constituía al homenajeado y al homenajeante en personas provistas de derechos y deberes reconocidos, lo que significa que establecía entre ambos una forma de convivencia mediada por el lenguaje y atenida a normas, es decir refundaba la sociedad basándose en el principio del reconocimiento. He querido traer esta idea a colación porque considero que, en una sociedad como la nuestra, tan necesitada de vinculaciones, deberíamos hacer de cada homenaje no un acto momentáneo que se agota en sí mismo, sino una oportunidad para asentar en el imaginario y en la práctica social el principio del reconocimiento. Este principio es constitutivo del momento instituyente de lo social, su puesta en forma, porque lo social no es otra cosa que la institucionalización y articulación de diversos tipos de reconocimiento. Pero el homenaje, cuando no tiene más hondura que su puesta en escena, se reduce a un expediente protocolar de escasa o nula trascendencia. Es más, en la actualidad hasta hemos olvidado que el homenaje remite al reconocimiento como momento instituyente de lo social, y nos contentamos con el homenaje como una puesta en escena que no exhibe ni genera compromisos ni vinculaciones. ¿Por qué propongo recordar la obra de David Sobrevilla desde una perspectiva relacionada con la puesta en forma y puesta en escena de lo social, que necesariamente remite a asuntos tan complejos como los del reconocimiento y las vinculaciones instituyentes de la vida en sociedad? Porque, con la rigurosidad teórico-metodológica que todos le reconocemos y la devoción por la verdad manifiesta en sus trabajos, Sobrevilla ha hecho de su profesión de filósofo una vocación orientada a conocer y repensar nuestra tradición filosófica para, desde ella, replantear los problemas que convocan hoy al pensamiento. Todos sabemos que Sobrevilla incursionó en diversos territorios de la filosofía y la cultura, pero ahora quiero poner de relieve su atención preferente al estudio de la tradición filosófica peruana y latinoamericana. En la presentación del libro en homenaje a Sobrevilla, titulado La filosofía como repensar y replantear la tradición y publicado en 2011, sostuve que pensar y replantar la tradición filosófica es una manera de hacer filosofía que se distingue de la historia de la filosofía cuando esta última se limita a registrar ordenadamente lo pensado dejándolo en la definitividad de su haber sido. Sin embargo, el repensar y replantear lo ya pensado, como lo hace Sobrevilla, nos convoca, en primer lugar, a conocer y reconocer una tradición de pensamiento que es la nuestra y nos constituye como personas y como comunidad histórica. Pero, además, el pensar y replantear nuestra tradición nos lleva a la necesidad de dialogar con ella trayéndola a la presencia, con lo cual proveemos de dignidad a nuestros antepasados al considerarlos portadores de mensajes que nos convocan aún al pensamiento y, en segundo lugar, le damos densidad histórica a nuestro pensar el presente. Y, así, esta manera de hacer filosofía nos lleva a asumirnos como miembros de una comunidad de pensamiento que, sin renunciar a otros acervos culturales, se nutre de su propia experiencia histórica y, concretamente, del modo como ha procesado filosóficamente esa experiencia y la ha convertido en discurso. No es este el momento para ahondar en el tema, pero quiero dejar apuntado que el discurso de Sobrevilla sobre nuestra propia tradición discursiva de índole preferente pero no exclusivamente filosófica es un ejercicio de reconocimiento instituyente de lo social. Somos una sociedad con calado histórico en la medida en que elaboramos un discurso que nos trae a la presencia el pasado de nuestro propio presente, un pasado cargado de mensajes que nos convocan al pensamiento y fortalecen entre nosotros reconocimientos y vinculaciones. Sobrevilla se encargó de afrontar este reto, el de traer la tradición a la presencia, en muchos de sus trabajos, de los cuales menciono solo los libros, poniendo entre paréntesis el años de publicación: Las ideas en el Perú contemporáneo (1980), Repensando la tradición nacional. Estudios sobre la filosofía en el Perú (1988/89), César Vallejo, poeta nacional y universal y otros trabajos vallejianos (1994), La filosofía contemporánea en el Perú (1996), Repensando la tradición de Nuestra América. Estudios sobre la filosofía en América Latina (1999), Basadre, ese desconocido (2004, con M. A. Rodríguez Rea), El marxismo de Mariátegui y su aplicación a los 7 Ensayos (2005), Escritos mariateguianos: artículos y reseñas en torno a J. C. Mariátegui y su obra (2011), La filosofía del derecho en el Perú (2013). No es, creo, fortuito que, tanto en los escritos sobre el legado de Sobrevilla en el libro de homenaje de 2011 como en las notas aparecidas recientemente con motivo de la partida del maestro sanmarquino, se reitere la idea de que lo más sobresaliente de la obra de David Sobrevilla son sus trabajos sobre la tradición filosófica peruana y latinoamericana. Horacio Cerutti Guldberg, un filósofo argentino-mexicano que sobresale por su apuesta por la filosofía para la liberación, dice de Sobrevilla que “ha mantenido su esfuerzo incansable hacia la consolidación de un filosofar peruano profesional, disciplinado, pertinente, académico, bien fundado, responsable.” (2014, 408). Con estas valoraciones sobre el trabajo de Sobrevilla, Cerutti está sugiriendo que la actividad estrictamente académica de nuestro filósofo va de la mano de un compromiso moral que tiene que ver, primero y principalmente, con la devoción por la verdad y la búsqueda de ella, procesando teóricamente, con rigurosidad metódica y en perspectiva universalizable, nuestras propias condiciones de existencia y nuestra experiencia histórica. Octavio Obando, por su parte, considera que la tarea que Sobrevilla se propuso, siguiendo la impronta de Augusto Salazar Bondy pero reformulándola, consistió en apropiarse del pensamiento filosófico occidental, someterlo a crítica y reconstruir y replantear los problemas filosóficos “considerando los más altos estándares del saber y, al mismo tiempo, la peculiaridad de la realidad peruana y latinoamericana y a partir de sus necesidades concretas.” (2014, 423) El joven filósofo Rubén Quiroz confiesa que aprendió de su profesor el cultivo de “la virtud de la reflexión” (2014, 437) y pondera su coraje civil y su compromiso con la verdad y la ética, manifiestos en la renuncia a la docencia en San Marcos con motivo de la intervención de la universidad por “la nefasta dictadura de Alberto Fujimori.” (437). Quiroz señala, además, como aporte fundamental de Sobrevilla, el haber contribuido, con sus trabajos sobre la historia de la filosofía en el Perú, a reposicionar la filosofía peruana en el circuito académico latinoamericano, fortaleciendo una tradición que Manuel Mejía Valera, Francisco Miró-Quesada Cantuarias, Agusto Salazar Bondy y María Rivara de Tuesta habían también cultivado con esmero. Zenón Depaz subraya del trabajo de David Sobrevilla el énfasis puesto “en el valor de la tradición como constituyente decisivo de las comunidades de vida, de sus posibilidades de renovación y su continuidad histórica.” (2014, 469). Se trata, por cierto, de una tradición viviente, cultural e intelectualmente múltiple, que Sobrevilla se encarga de “repensar” en varias de sus dimensiones: filosófica, en primer lugar, pero también estética, artística, literaria y jurídica. Como los anteriores comentaristas sanmarquinos, Depaz pone de relieve la condición de maestro de Sobrevilla, dando cuenta de su trabajo de acompañamiento y guía a los alumnos, y añade su apertura a la interculturalidad y a la heterogeneidad. Y, coincidiendo con Cerutti y con todos los que conocemos la obra de David, Zenón Depaz reafirma el carácter rigurosamente académico del trabajo de Sobrevilla. En nota reciente, motivada por el deceso de Sobrevilla, Miguel Giusti (2014) pondera del filósofo sanmarquino el rigor académico, la dedicación constante y la autonomía de pensamiento. Sobrevilla recoge y discute el legado de sus maestros, Augusto Salazar Bondy, José Antonio Russo Delgado, Juan Bautista Ferro, Walter Peñaloza y Francisco Miró Quesada. Por eso, anota Giusti, “Sobrevilla se creyó obligado a tomar posición en una disputa que había entretenido por muchos años a aquellos pensadores, contagiados por una preocupación continental contemporánea, en torno a la identidad o la originalidad de la filosofía en América Latina. En polémica imaginaria con Augusto Salazar Bondy, sostuvo así Sobrevilla que la ‘tarea’ de la filosofía en nuestras tierras no podía ser simplemente la de rechazar la tradición europea, sino más bien la de reapropiarse críticamente de ella a fin de hacer posible luego el replanteamiento de sus problemas desde una perspectiva cultural propia. Defendió esta tesis programática con firmeza en muchos de sus escritos, en ocasiones a través de encendidas disputas.” (Giusti, 2014) Acorde con esta orientación, Sobrevilla dedicó buena parte de su trabajo a la “reapropiación” de la tradición europea, especialmente de la alemana, pero son notables, además, sus “libros sobre la historia de las ideas o sobre la teoría literaria en el Perú. Fue un autor y compilador prolijo y dio muestras de poseer un sorprendente espíritu enciclopédico a través del cual se revelaba con nitidez el inmenso trabajo invertido en la recolección de datos sobre todos los autores de su interés.” Giusti nos recuerda que Sobrevilla fue un “gran promotor de la actividad filosófica en el Perú. Organizó muchos congresos o coloquios nacionales e internacionales, participó en muchas sociedades y redes internacionales de filosofía, viajó por todo el país dando conferencias y alentando los debates académicos, y logró convocar a muchos intelectuales de prestigio mundial que animaron la escena cultural en nuestro medio, entre ellos a Jürgen Habermas, Ernst Tugendhat, Ernesto Garzón Valdez, Hans Blumenberg o Mario Bunge.” A ello añado yo que Sobrevilla fue el primero en organizar presentaciones y debates filosóficos fuera de las aulas universitarias para un público variado. Recuerdo muy bien los eventos filosóficos que organizaba anualmente, a mediados de la década de 1970, en el auditorio de la Municipalidad de Miraflores. Finalmente, Francisco Miró Quesada recuerda que David Sobrevilla se distinguió, después de volver de sus estudios en Alemania, por la organización de conferencias y, más tarde, por su implicación en el circuito internacional de la filosofía a través de la participación en emprendimientos como la Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía o la integración de comités de redacción de revistas extranjeras de filosofía como Filosofía Práctica e Historia de las Ideas (Argentina), Revista de Filosofía (Chile), Diánoia (México) y Archivos Latinoamericanos de Filosofía y Teoría del Derecho (Venezuela). La trayectoria intelectual de Sobrevilla es dividida por Miró Quesada en tres períodos. “El primero, de aprendizaje, abarca de 1955 a 1970. Luego de transición, de 1970 a 1986, en que inicialmente realiza trabajos cercanos a la tradición fenomenológica, para luego ir ganando una orientación más amplia al tener contacto con la realidad del Perú y del pensamiento de Augusto Salazar Bondy y del mío. Por último, viene un período autónomo. A partir de esta última etapa, en 1986, enunciará un programa frente a la tradición filosófica occidental en su libro Repensando la tradición occidental, que comprende tres tareas: apropiarse del pensamiento filosófico occidental, es decir, convertir en propio algo que originalmente fue ajeno; someter a critica este pensamiento y, finalmente, replantear los principios y reconstruir el pensamiento filosófico, considerando los más altos estándares del saber y, al mismo tiempo, la peculiaridad de la realidad peruana y latinoamericana a partir de sus necesidades concretas.” (2014)


Presentación póstuma. 


Por razones diversas, de entre las cuales subrayo la amistad, me ha tocado a lo largo de los años presentar varios libros de David Sobrevilla e incluso hacer de ellos reseñas para revistas. La última vez, hace un par de años, participé en la presentación de La filosofía como repensar y replantear la tradición, un libro de homenaje a Sobrevilla que José Carlos Ballón y yo sugerimos y que Miguel Ángel Rodríguez Rea y Nelson Osorio Tejeda se encargaron de armar y editar cuidadosamente con el sello de la Editorial Universitaria de la Universidad Ricardo Palma. Con este mismo sello apareció después, en marzo de 2014, Introducción a la filosofía (2014), el libro con el que David se despidió de nosotros, dejando en la reconstrucción de la historia del pensamiento peruano y en el replanteamiento de su problemática un vacío que no va a ser fácil de llenar. Para terminar este homenaje, permítanme dos palabras sobre este último texto. Dedicado a su hija Soledad y, dice textualmente la dedicatoria, “a todos los jóvenes de mi patria que aspiran a conocer”, el libro Introducción a la filosofía, que publicó en marzo de este año la Universidad Ricardo Palma, sigue la tradición de Iniciación filosófica (1963) de Salazar Bondy y de Para iniciarse en la filosofía (1981) de Francisco Miró Quesada. Entre las diversas maneras posibles de introducir a la filosofía, históricas unas y temáticas otras, Sobrevilla opta por la perspectiva temática, basándose principalmente en la idea la filosofía propuesta por Kant y concretada en las siguientes preguntas: ¿qué puedo saber? (metafísica), ¿qué debo hacer? (moral), ¿qué me está permitido esperar? (religión), ¿qué es el hombre? (antropología filosófica), pregunta esta última en la que desembocan las tres anteriores. Diferenciándose, sin embargo, de Kant, Sobrevilla formula las preguntas en plural (p.e.: ¿qué podemos saber?), amplía significativamente el ámbito de sus respuestas y añade una nueva pregunta, ¿qué nos cabe producir?. Estas innovaciones a la propuesta kantiana no son, por cierto, fortuitas. Con ellas, Sobrevilla, en primer lugar, atribuye al “nosotros” y, por tanto, a la comunidad, una significación mayor que la que le atribuye la tradición occidental; y, en segundo lugar, abre el horizonte de las preguntas para abarcar en las respuestas otros ámbitos, como el de la epistemología, la filosofía del derecho, la estética (producción simbólica) y la técnica y la tecnología (producción material). Formularse la pregunta por la acción productiva en clave tecnológica parece una vuelta a la pregunta por la técnica que se hiciera Heidegger, pero hoy la pregunta por la acción productiva no puede dejar de tener en cuenta el ámbito de la acción comunicativa en el que estamos siempre inmersos. Teniendo en cuenta estas preguntas, el libro se organiza en seis partes, una por pregunta más una inicial sobre qué es filosofía. El texto termina con tres breves anexos, uno sobre la posibilidad de llevar la reflexión filosófica a otras disciplinas, otro sobre la distinción entre filosofía analítica y filosofía continental, y un tercero sobre la filosofía en América Latina y el Perú. Como Miró Quesada en Para iniciarse en filosofía (1981) y Salazar Bondy en el manual escolar Introducción a la filosofía (s.f.), David Sobrevilla completa cada parte o capítulo de su Introducción a la filosofía añadiendo componentes para facilitar la compresión: una bibliografía general y específica del tema, algunas preguntas orientadas a medir la comprensión del tema, y algunos textos breves de filósofos relevantes. Consigue, así, el experimentado profesor Sobrevilla volcar sus conocimientos y su experiencia docente en un manual que, sin duda alguna, servirá de guía a los profesores de introducción a la filosofía.

Nota final

Concluimos, así, este breve homenaje, esta acción de reconocimiento, a un hombre que, con inusitada rigurosidad, trabajada erudición, indesmayable dedicación, innegable talento y una manifiesta devoción por la verdad, se dejó convocar al pensamiento para dialogar con el pasado de nuestro propio presente, descubrir lo valioso de quienes nos precedieron en la tarea de pensar, y proveer de densidad histórica a las respuestas que demos a las preguntas que nos plantea la actualidad.

Bibliografía citada

Cerutti Guldberg, Horacio (2014). Hacia la consolidación del filosofar peruano para nuestra América. En Rodríguez Rea, M. A. & N. Osorio Tejeda (eds.) (2011). La filosofía como repensar y replantear la tradición. Libro de homenaje a David Sobrevilla. Lima: URP Editorial Universitaria, p. 407-419. 

Depaz, Zenón (2014). Presentación al Dr. David Sobrevilla Alcázar del homenaje que le ofreció la Escuela de Filosofía de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en el marco del día mundial de la filosofía (27 de noviembre del 2009). En Rodríguez Rea, M. A. & N. Osorio Tejeda (eds.) (2011). La filosofía como repensar y replantear la tradición. Libro de homenaje a David Sobrevilla. Lima: URP Editorial Universitaria, p. 469-474. 

Giusti, Miguel (29 agosto 2014). La herencia de David Sobrevilla, El Comercio, 29 de agosto, Lima. Recuperado de http://elcomercio.pe/opinion/colaboradores/herencia-david-sobrevilla-miguel-giusti-noticia-1753129 

Miró Quesada Cantuarias, Francisco (2014). David Sobrevilla, gran pensador, El Comercio, 22 de agosto, Lima. Recuperado de http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/david-sobrevilla-gran-pensador-francisco-miro-quesada-c-noticia-1751556 

------ (1981). Para iniciarse en filosofía. Lima: U. de Lima. 

Ovando,Octavio (2014). David Sobrevilla Alcázar: temas y expectativas. En Rodríguez Rea, M. A. & N. Osorio Tejeda (eds.) (2011). La filosofía como repensar y replantear la tradición. Libro de homenaje a David Sobrevilla. Lima: URP Editorial Universitaria, p. 421-435. 

Quiroz Àvila, Rubén. Repensar a David Sobrevilla: notas como historiador de la filosofía peruana. En 
Rodríguez Rea, M. A. &; N. Osorio Tejeda (eds.) (2011). La filosofía como repensar y replantear la tradición. Libro de homenaje a David Sobrevilla. Lima: URP Editorial Universitaria, p. 437-441. 

Rodríguez Rea, Miguel Àngel y Nelson Osorio Tejeda (eds.) (2011). La filosofía como repensar y replantear la tradición. Libro de homenaje a David Sobrevilla. Lima: URP Editorial Universitaria. 

Salazar Bondy, Augusto (1963). Iniciación filosófica. Lima: Santa Rosa. 

------ (s.f.). Introducción a la filosofía. Lima: Universo, 13ª. ed. (la edición original es de 1961 y es el vol. II de Manual de filosofía, de cuyo vol. I, titulado Lógica, es autor Francisco Miró Quesada. Sobrevilla, David (2014). Introducción a la filosofía. Lima: Programa de Estudios Básicos, URP Editorial Universitaria.

Sobrevilla, David (2014). Introducción a la filosofía. Lima: Programa de Estudios Básicos, URP Editorial Universitaria.

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