José Ignacio López Soria
Laudatio, con motivo del otorgamiento de la distinción de profesor honorario al filósofo argentino-mexicano Horacio Cerutti Guldberg por parte de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, el 24 de noviembre de 2011.
Introducción
En la tradición universitaria medieval, la colación de grados estaba siempre precedida por una “laudatio” que un miembro del claustro hacía para presentar al que iba a recibir la “licencia docendi”. A mí me tocó hacerlo, por primera vez, en esta antigua capilla Loreto o salón de grados de San Marcos, con motivo de la distinción honorífica otorgada a mi maestra y amiga, la filósofa húngara Ágnes Heller y luego a otro colega, el filósofo italiano Gianni Vattimo , como lo he hecho también para Manuel Burga y Mario Vargas Llosa en la Universidad Nacional de Ingeniería. Ahora tengo el honor, que agradezco a San Marcos, de pronunciar la “laudatio” de Horacio Cerutti Guldberg, un hombre dedicado a la filosofía, que nació en Mendoza, Argentina, en 1950 y adoptó la nacionalidad mexicana en 1993. De su enjundiosa trayectoria intelectual me fijaré en algunos aspectos, sin la pretensión, por cierto, ni de ser exhaustivo ni de hacer un análisis pormenorizado de sus propuestas filosóficas y convocaciones al pensamiento. Basten algunas pinceladas para advertir que el grado de profesor honorario que hoy se le otorga está más que merecido y, sobre todo, para invitar a la meditación de su amplia y fecunda producción intelectual.