José Ignacio López Soria
Publicado en: Foro educativo. Lima, año III, n°
8, jul. 2006, p. 32-34.
1. Introducción
Es preciso comenzar
reconociendo que la versión preliminar del PEN que está siendo sometida a
debate tiene más fortalezas que debilidades. Su posible concreción en cultura
educativa y en políticas públicas contribuiría, sin duda, al mejoramiento de la
pertinencia y la calidad de la educacional nacional en todos sus niveles y
modalidades. Conviene, sin embargo,
procurar su mejoramiento antes de darle la forma final. Sin desconocer las
fortalezas, las anotaciones y sugerencias que siguen inciden en las debilidades
con la mira puesta en el perfeccionamiento de la propuesta.
2.
Problemas estructurales
Con respecto al paradigma
racional o perspectiva teórica que da forma y sentido al documento y desde el
que se piensa la educación superior, encuentro algunos problemas estructurales:
a)
Es evidente que la racionalidad
que organiza la propuesta es la
moderna. Es sabido que la racionalidad moderna se expresa
esencialmente a través de dos discursos: uno, el de las libertades, que
entiende el progreso humano en términos de libertad, ciudadanía, solidaridad, justicia,
derechos individuales, valores éticos, principios e instituciones jurídicas,
representación simbólica, etc.; y otro, el del bienestar, que enfatiza el desarrollo material y pone,
por tanto las miras, en la gestión racional del territorio y del entorno
natural y en la transformación de las condiciones materiales de existencia.
Cuando los dos discursos, articuladamente aunque no sin conflictos entre ellos,
informan el progreso y se objetivan en instituciones, el resultado es una
modernidad cabal, que, por cierto, produce sus propias patologías. Las
patologías se agravan y se multiplican cuando hay desarticulación entre los dos
discursos y cada uno de ellos campea por sus propios destinados tratando de
informar sólo parte de una sociedad dada.
Siguiendo
una tradición que nos viene de antiguo y que tiene que ver con el diseño y el
funcionamiento del proyecto moderno en el Perú, el PEN maneja estos dos
discursos desarticuladamente, incurriendo en una incoherencia discursiva. La
racionalidad de la 1ª parte, la más teórica, es tributaria del discurso de las
libertades y por eso enfatiza la importancia del desarrollo humano y relaciona
la educación con la apropiación y el ejercicio de la libertad, la solidaridad,
los valores éticos, la equidad, la representación simbólica, etc., asumiendo de
la racionalidad moderna su dimensión emancipadora. En la 2ª y 3ª partes, las
más relacionadas con la institucionalización y práctica de la educación, la
racionalidad subyacente –especialmente para el caso de la educación superior-
es preferentemente la del discurso del bienestar y por eso se relaciona la
educación con el desarrollo material, asumiéndose de la racionalidad moderna su
dimensión instrumental.
b)
Fiel al paradigma moderno, el PEN piensa
la sociedad preferentemente como una comunidad nacional compuesta de individuos,
y, por tanto, centra su atención en las relaciones individuo/comunidad
nacional, con una cierta apertura a los
procesos de regionalización. No tiene en cuenta, sin embargo, o la tiene sólo
lateralmente, que entre el individuo y la comunidad nacional hay un conjunto de
formas de socialidad e instituciones que constituyen el tejido social y
organizan la vida cotidiana. Y es ese tejido de la realidad -y no los
abstractos conceptos de “individuo” (despojado de sus pertenencias sociales y
culturales) o de “ciudadano”- el que provee de sentido e identidad a las
personas y construye comunidad robusteciendo las vinculaciones sociales y
facilitando la
intercomunicación. Estoy diciendo, para poner un ejemplo, que
el PEN, como consecuencia de la racionalidad a la que se atiene, no se ha tomado
en serio, aunque alude a ella, la diversidad de culturas y formas de vida que
enriquece al país. Mirado el PEN desde las consideraciones y propuestas que
hace con respecto a la educación superior, en las que la diversidad brilla por
su ausencia, habría que suponer que las etapas anteriores del proceso educativo
se ocuparán de proveer a la educación superior de usuarios culturalmente
homogeneizados.
c)
No es difícil advertir –por la
terminología, la secuencia discursiva, etc.- que la atención del PEN está
centrada preferentemente en la educación básica “regular”: aquella que se
imparte en el castellano escolar y que es urbana y presencial. Los demás
aspectos y componentes del universo educativo (educación técnico-productiva,
superior, bilingüe, intercultural, a distancia, etc.) entran al PEN un poco
“por la ventana”. Se pierde, así, la
oportunidad de contar con un instrumento que oriente y organice el conjunto de
la educación en el Perú, en sus diversos niveles y modalides, y diseñe las
correspondientes articulaciones.
3. Sobre la educación superior
Los elementos de
diagnóstico sobre la educación superior que incluye el documento ponen el
énfasis en las evidentes deficiencias, sin detenerse en sus causas y dejando fuera
de la mirada importantes fortalezas como la democratización y extensión
nacional del servicio educativo, la mayor implicación del sector privado, la
incorporación de las TICs, los avances en articulación regional de la oferta
educativa, los avances en articulación entre universidades e institutos
superiores, el cultivo de relaciones internacionales, los avances en la articulación
entre educación y empleo, la difusión de la cultura de la acreditación, el
emprendorismo y la innovación, etc. La identificación de las deficiencias es evidentemente
imprescindible, pero la fijación exclusiva en ellas hace que el PEN elabore su
propuesta de educación superior como remedio a las carencias sin apoyarse en
las fortalezas.
En cuanto a la
propuesta misma, hay que anotar, en primer lugar, que, como consecuencia del
anotado divorcio entre los discursos, el PEN piensa la educación superior en
términos de la responsabilidad y las funciones que le toca desempeñar en
relación con el bienestar, prestando una menor atención a su papel con respecto
a la creación y difusión de cultura y dejando de lado la importantísima función
de elaboración y difusión de pensamiento crítico.
En segundo lugar,
la educación superior que el PEN propone está ligada a los planes regionales y nacionales
de desarrollo, pero no presta la debida atención a las tendencias
macro-regionales e internacionales de integración, como si éstas transitaran
por circuitos que la educación superior no frecuenta o se tratara de escenarios
ajenos al quehacer universitario.
En tercer lugar, lo
poco que anota el PEN sobre la apertura de la educación superior a lo
internacional es para establecer sus responsabilidades con respecto al
fortalecimiento de la competitividad del país en el mercado internacional,
dejando de lado sus responsabilidades en relación con la apropiación de la
cultura humana y el enriquecimiento de ella.
Finalmente, pero no
en último lugar, el PEN no diferencia ni articula claramente las funciones de
la educación universitaria y de la que se imparte en los institutos de
educación superior.
4.
Sugerencias para el
mejoramiento
Teniendo en cuenta las anotaciones anteriores, creo que el documento
podría mejorar con las siguientes sugerencias:
a) Repensar la perspectiva teórica para poder
mirar tanto al conjunto de la educación como a la sociedad peruana y su variado
y complejo entramado social y cultural. Esta es evidentemente una tarea de importante
envergadura, que podría comenzar con el debate del paradigma racional y
axiológico que orienta la
propuesta. Sin desconocer la importancia de ese paradigma,
las anotaciones indicadas arriba apuntan a la necesidad de ampliar y
diversificar la mirada para incorporar, sustantiva y no adjetivamente, la
diversidad que caracteriza a la sociedad peruana y todos los niveles y
modalidades de la educación en el Perú.
b)
Reformular, en general, todos los
objetivos estratégicos, especialmente el 5º, de tal manera que todos ellos se
refieran al conjunto del sistema educativo y no a parcelas de él. Por lo que
respecta a la educación superior, al sacarla de su encerramiento en el objetivo
5º, se consigue que todos los objetivos, debidamente reformulados, le sean
igualmente aplicables. Lo propio de cada parcela del sistema podría estar
orientado por políticas específicas para el sector.
c)
Con respecto concretamente a la
educación superior, habría que mejorar lo que se incluye en la narración y en
el cuadro del objetivo 5º del texto original, introduciendo los siguientes
elementos básicos: i) la producción de cultura diferenciándola de la producción
de conocimientos; ii) la perspectiva macro-regional e internacional en el
quehacer de ES; iii) la necesidad de cultivar el pensamiento crítico; iv) la
apertura a la cultura de la humanidad; v) la necesidad de institucionalizar reconocimientos
y articulaciones entre la educación universitaria y la impartida por los
institutos de educación superior.
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