José Ignacio López Soria
Creada en 1876 para formar ingenieros y luego arquitectos, la Escuela de Ingenieros se convirtió formalmente en universidad en 1955. Esta formalidad no cambió, sin embargo, las funciones de la institución ni el aire rigurosamente técnico que la había caracterizado desde su fundación. Fue en los años sesenta, durante el rectorado, primero, de Mario Samamé y, luego, de Santiago Agurto, cuando la escuela adquirió el perfil propio de una universidad. Anticiparon y prepararon, a su manera, esta transformación la apertura de nuevos horizontes, protagonizadas, entre otros, por los profesores Luis Miró-Quesada Garland y Fernando Belaúnde Terry, y los estudiantes del movimiento de reforma de 1946/48. Miró-Quesada se tomó en serio el modernismo en arquitectura y, además, fue el mentor de la Agrupación Espacio , que duró poco tiempo pero facilitó el encuentro entre escritores, artistas, filósofos, arquitectos e ingenieros, y contribuyó a que la Escuela se abriera a las corrientes artísticas y de pensamiento que circulaban, por entonces, en el mundo occidental. Beláunde, como es sabido, optó por el urbanismo y la gestión racional del territorio. Los alumnos, por su parte, asumieron la lógica de la democracia como componente esencial de la modernización de la institución y de la sociedad peruana.
Sabemos que estos anticipos de la modernidad en el Perú fueron interrumpidos por la dictadura de Odría, pero renacieron unos años después, en la década del 60, cuando algunas de esas inquietudes habían dado origen a agrupaciones y movimientos políticos como el socialprogresismo y el acciopopulismo.
En este nuevo contexto, la ya Universidad Nacional de Ingeniería comienza a cultivar, como tarea propia, el conocimiento científico, se interesa por el estudio de los procesos económicos y sociales, renueva su preocupación por la gestión racional del territorio y la planificación urbana, asume la proyección social como componente esencial del quehacer universitario y se abre al mundo del arte y de la cultura. Estas nuevas orientaciones contribuyeron convergentemente al enriquecimiento de la formación que la institución impartía.
La apertura a las artes y la cultura se manifestó de diversas maneras: nuevas titulaciones, incorporación de saberes y prácticas culturales en los currículos, conferencias de científicos, intelectuales y escritores de reconocido prestigio, y presentaciones de renombrados artistas. La revista Amaru , que condujera magistralmente el poeta Emilio Adolfo Westphalen, con el apoyo, principalmente, de Abelardo Oquendo , fue tal vez la expresión más visible de este nuevo enrumbamiento de la UNI.
Gabo, cuando era un desconocido, publicó ahí un fragmento de los Cien años, ¿no es cierto?
ResponderEliminarEfectivamente, en el número 1 de Amaru (1967), Gabo publicó "Subida al cielo en cuerpo y alma de la bella Remedios Buendía".
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